La integración de nuestro continente

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Por el Dr. Jorge R. Bruni

A la política internacional, que se ocupa fundamentalmente del relacionamiento de los estados entre si y/o con las entidades supranacionales, no le resulta fácil analizar con racionalidad la actual realidad geopolítica, muy compleja y cambiante. Veamos.

OEA, MERCOSUR- UNASUR-ALBA- ALIANZA DEL PACÍFICO- CELAC, etc, muestran claramente de que no somos un continente demasiado homogéneo.

¿Son lo mismo el MERCOSUR y la Alianza del Pacífico? ¿Por qué no todos los países integrantes del primero se han declarado observadores de la segunda? ¿Influirá en la discordia el hecho de que la Alianza representa un 35% del PBI latinoamericano y más del 50% de las exportaciones, y todos sus integrantes tienen acuerdos de libre comercio con EEUU? Porque es muy clara la influencia de este país.

En el MERCOSUR, integrado por Paraguay, Uruguay, Venezuela con ciertas particularidades, Brasil y Argentina, y con intenciones de acercamiento de parte de Ecuador y Bolivia, por el contrario no existe un relacionamiento tan fluido con EEUU. Quizás la Presidencia de Obama pueda haber relativizado algo, pudiendo no ser ajeo a ello, los cambios en las relaciones con Cuba.

Además de las dos anteriores subregiones, tenemos una tercera con rasgos diferenciales, y que es la que se ubica mirando hacia el norte del Canal de Panamá, notoriamente influenciada por EEUU, excepto Cuba obviamente. Los “yankees” son los mayores receptores de exportaciones e inmigrantes de la región, siendo casi el único inversor en la misma.

Por si no fuere suficiente, tenemos el TISA y las diferentes conductas de los países de nuestro continente al respecto. Chile, Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Paraguay y Perú integran el tratado. ¿Y el resto? En la duda algunos, en la negativa otros.

En definitiva MERCOSUR, Alianza del Pacífico, la zona al norte del Canal de Panamá y el TISA, muestran las diferencias en sus políticas e intereses. A lo que se agregan sus asimetrías, estructurales y/o coyunturales. Todo este panorama descrito pensando en el futuro, genera en nuestro concepto interrogantes.

En primer lugar, las afinidades políticas e ideológicas entre países no son suficientes para profundizar la integración. El MERCOSUR es un ejemplo. Esfuerzos existen, no siempre debidamente armonizados. ¿Faltarán liderazgos? Si así fuere ¿quiénes: Brasil, Argentina, México? ¿O será que el peso y el sesgo ideológico de los líderes pueden ser obstáculos para la integración?

Por supuesto que existen coincidencias y logros conseguidos, que disminuyen la fragmentación existente: Arancel Externo Común, el FOCEM- Fondo para la Convergencia Estructural del MERCOSUR, con financiamiento propio de los países. A lo que se suma el incremento del comercio interno de 4.500 millones de dólares en 1991 a 45.000 millones de dólares en 2010. Cifras aproximadas.

En segundo término, consideremos la falta de complementariedad entre las economías, originando distanciamiento y luchas por mercados, lo cual por supuesto constituye un obstáculo.

En tercer lugar, el neoliberalismo no ha muerto. La Unión Europea y lo que sucede con Grecia fundamentalmente y otros países, lo muestran claramente.

En cuarto término, consideremos la influencia que ejerce CHINA en nuestra región, siendo para Uruguay muy importante. Casi un 70% de lo que se exporta desde nuestra zona son productos primarios, a diferencia de lo que nos mandan los chinos. Rusia está en una situación similar, aunque quizás no de tanta magnitud. Constituye una seria advertencia para el futuro.

En quinto lugar, ante todo este panorama, es indispensable tener visión estratégica y pensar que algún día el futuro será nuestro presente. Hemos expresado hasta el cansancio la importancia que tiene la innovación tecnológica, el conocimiento, bienes globales, etc, muy mal redistribuido en el mundo.

En sexto término, actuemos con pensamiento propio. No se trata de imitar los modelos que hoy existen en otras latitudes, como en muchas oportunidades se ha hecho durante decenas y decenas de años.

Respecto de esto último, recordemos a Eduardo Galeano cuando nos cuenta la historia que oficialmente se contaba siglos atrás. Se dice que Vasco Núñez de Balboa fue el primer hombre que vio desde una cumbre de Panamá, los dos océanos. Los que allí vivían ¿eran ciegos?

Si a los nombres del maíz, la papa, el tomate y el chocolate, y a las montañas y a los ríos de América lo pusieron Hernán Cortés, Francisco Pizarro, los que vivían allí ¿eran mudos?

Lo escucharon los peregrinos del Mayflower: Dios decía que América era la tierra prometida. Los que allí vivían ¿eran sordos?

Después, los nietos de aquellos peregrinos del norte se apoderaron del nombre y todo lo demás. Ahora, americanos son ellos. Los que vivimos en las otras Américas ¿qué somos?

Es bueno integrarnos. Para ello tengamos visión estratégica, cabeza propia, promovamos y profundicemos la innovación tecnológica, el conocimiento, etc, bienes globales que están muy mal redistribuidos en el mundo.

No sea cuestión que dentro de muchos años, muchos, se vuelva a escribir lo que nos decía Eduardo Galeano. Estamos en eso, con dificultades, reconozcámoslo.