Imaginar un país en el que los jóvenes sueñen con sus proyectos y futuro requiere reflexiones. En este escenario de elecciones, casi todos los candidatos y partidos prometen ser la solución.
Abrir nuestras mentes a los cambios y oportunidades del mundo y una revolución educativa es mi sugerencia.
Antes de imaginar que algún candidato es la salvación del país, que hoy tiene un pequeño porcentaje de trabajadores y emprendedores que se rompen el lomo y la mente, madrugando 365 días al año y pensado cómo crear proyectos en un sistema administrativo que no evoluciona, con exceso de regulaciones, costos imposibles y demasiados empleados y subsidios en lugar de capacitación, hay que reconocer que el mundo evoluciona rápido y Uruguay reacciona lento. Las campañas parecen luchas para mantener privilegios, y pocos se animan a reconocer que si seguimos haciendo más de lo mismo solo lograremos más de lo mismo, sobreviviendo con más créditos internacionales en lo que parece ser un círculo vicioso sin salida, con algunos aciertos aislados.
El origen de la vida y creación de la diversidad de especies hace tres millones de años en el planeta Tierra, se basó en la evolución que aplicó la Innovación inspirada en nueva Información para lograr la adaptación con la finalidad de la superación. Hoy, los vertiginosos cambios en nuestro mundo se aceleran.
Próximo a 1870, la Reforma Vareliana se inspiró en las novedades del mundo.
En las mentes de sus gentes, sus sueños, proyectos y creatividad, está el potencial de crecimiento de una nación, tanto en lo económico como en el área emocional, y hoy, las mentes cerradas o carentes de empatía no nos permiten reconocer que nos falta evolución e innovación. Hace falta una nueva actitud, a iniciarse con una gran reforma de la administración pública y la educación, (en Japón los niños limpian sus escuelas), y así lograr calidad de vida para todos.
Hace décadas que hacemos mal los deberes. Los vientos en el mundo siguen cambiando, y de las “carreras del futuro”, sus métodos y contenidos, casi nada está incluido en nuestra educación. Los jóvenes que se aburren se desmotivan, sueñan con emigrar y ven una desconexión con las demandas del mercado laboral. Nuestras administraciones públicas siguen siendo costosas e ineficientes, desmotivando a los creativos y emprendedores, y logrando un país muy caro para sobrevivir y soñar.
La solución no está en el presupuesto, sino en la eficiencia, la actitud, el trabajo de todos, la evolución y la innovación, a partir de la educación.