

Restos de lobos marinos, ciervos de los pantanos, venados de campo, tortugas de mar y de agua dulce, moluscos y otras especies fueron encontrados en el sedimento turboso de la playa de La Pastora por un equipo de investigadores de la Facultad de Humanidades el año pasado. Bajo la tutela de Jorge Baeza y Marcela Caporale, alumnos de esa casa de estudios trabajaron durante 2018 en la “recuperación del patrimonio arqueológico de Punta del Este”, informó esta semana la facultad.
“La investigación ha permitido recuperar diferentes materiales arqueológicos resultado de las excavaciones llevadas a cabo durante el verano, y que arrojaron nuevas informaciones sobre los grupos indígenas que ocuparon las costas de Maldonado”, indicó.
Los restos de lobos marinos, ciervos, venados y otras especies demuestran que la carne de esos animales era consumida por los indígenas. También aparecieron trozos de rocas de cuarzo, milonitas, y otras que sirvieron a los indígenas para confeccionar herramientas y armas, con las que cazaban y procesaban a los animales para su consumo.
El conjunto de materiales recuperados permiten entender cómo esas poblaciones se alimentaban y vivían junto a la desembocadura del arroyito de La Pastora, que hace unos años fue entubado y hoy pasa bajo el hotel Enjoy. En realidad, en Punta del Este, Maldonado, Punta Ballena y Laguna del Sauce se hallaron decenas de paraderos indígenas hace muchos años.
Recursos
Se supone que “la disponibilidad de agua, madera y recursos marinos/continentales posibilitó el asentamiento de estos grupos humanos los cuales dejaron innumerables rastros de su actividad”, dijo un mensaje de la facultad. No obstante, se sabe que no había madera alguna en esta zona antes de la forestación masiva iniciada entre 1906 y 1909.
Con el apoyo de Laboratorio de Geología, de Paleontología, y de Dataciones de la Facultad de Ciencias, el equipo del Departamento de Arquelogía intenta reconstruir modos de vida y usos de los recursos disponibles en el área.
El pasado 6 de setiembre se presentó en el Salón del Espacio Gorlero, una conferencia a cargo de Osvaldo Rodríguez y Baeza sobre el patrimonio arqueológico puntaesteño, en base a las investigaciones realizadas por el equipo de facultad.
“Punta del Este fue por sus condiciones naturales un lugar preferido por los grupos indígenas para vivir parte del año, dejando innumerables sitios que fueron recorridos en la década del 1920 al 50 en adelante por numerosos pioneros locales como el Dr. Carlos Seijo que donó lo recuperado al Museo Histórico Nacional”, dijo el mensaje, que trató de “doctor” al profesor Francisco Mazzoni.
Si bien en los años veinte había gran cantidad de personas dedicadas a coleccionar piedras indígenas, que aparecían por miles en esta zona, los arqueólogos citaron a Francisco Oliveras y Carlos Maeso Tognochi como ciudadanos “preocupados por dejar a las futuras generaciones un patrimonio material invaluable que permitiera estudiar y publicar parte de nuestra Prehistoria Nacional, creando para el siglo XXI el conocimiento de nuestro rico pasado”. En Maldonado también hubo grandes coleccionistas. Además de Mazzoni, estuvo José Pérez Camacho, viejo taxista puntaesteño nacido en 1904. Otro maldonadense muy conocido se dedicaba a “fabricar” restos indígenas que luego vendía a los turistas. Varias de sus obras fueron colocadas por manos inexpertas en las vitrinas del museo Mazzoni. Procedían de la colección del agrimensor Jaime Enrique Pou.
En tanto, se supo que desde la Junta Departamental, se solicitó a la UdelaR y a la Intendencia que hicieran gestiones para “que los hallazgos permanezcan en Maldonado y se exhiban en uno de nuestros museos”. Actualmente, hay centenares de piedras indígenas guardadas en cajones.