
Desde el 2014 el Centro de Tratamiento de Adicciones de El Jagüel cuenta con un espacio de recreación y aprendizaje: el taller artístico Superarte, en el que los integrantes del centro no solo pueden aprender a ser artistas, sino que también trabajan la frustración, la imaginación, la interacción social, la recuperación de los lazos familiares y la rehabilitación, contó a Correo de Punta del Este el fundador del espacio, el ceramista Óscar Calistro.
Cerca de 20 jóvenes participan actualmente del taller de arte en el que la primera tarea que tienen es realizar una pieza de arte para la persona a la que más hayan lastimado durante su tiempo de consumo de drogas. Los carteles, tallados y pintados a mano son gran parte del inicio del proceso de recuperación de esos lazos que tan importantes serán a la hora de salir del centro.
Calistro explicó que en los talleres se busca que los integrantes se superen a sí mismos y a las problemáticas que vienen de la mano con el consumo de drogas, por eso, con el paso del tiempo aprenden diferentes técnicas de manejo de materiales y procesos, al tiempo que entrenan la motricidad y aprenden una tarea que puede servirles para insertarse en el mercado laboral en el futuro.
“Historias mal contadas”
El tallerista explicó que si bien el taller es muy importante, sería algo muy positivo trabajar con arte en los barrios, para atender la necesidad de prevenir el consumo de drogas y atacar el problema antes de que los jóvenes lleguen a estar internados en el centro. “En los barrios es donde tenemos más problemas y tenemos que trabajar con los gurises que ya están consumiendo, porque la prevención es lo que más necesitamos”, indicó.
Hombres y mujeres, oriundos de Maldonado y de otros departamentos trabajan su imaginación en jornadas que comienzan a las 10 de la mañana y terminan a las 5 de la tarde cuando hay clases de taller de arte, una de las varias actividades que se realizan en el centro.
Calistro sostuvo que ir al centro a trabajar con los jóvenes le da retroalimentación, porque puede aprender de los que están aprendiendo con él. “Si hace 10 años me preguntabas si iba a terminar dando clase tanto tiempo en un centro de adicciones hubiera dicho que era un disparate. Pero es un total éxito para mí estar trabajando acá, porque es impresionante lo que aprendes con ellos”, indicó.
El artista resaltó además que quienes llegan al centro “no son chicos malos, son chicos que tienen historias mal contadas. Son chicos excelentes y uno tiene que ayudarlos a cambiar ese concepto de que la felicidad es otra cosa”.