
Especial para Diario Correo por Manuel Flores Silva
Siempre pensamos que el tiempo de la clasificación de los ciudadanos según su pensamiento político había desaparecido con la dictadura. En aquella época se los clasificaba según su pensamiento político en “A”, “B” y “C” y según lo adverso al gobierno de entonces se limitaban mediante ese mecanismo los derechos políticos.
Segregación de los ciudadanos de acuerdo a sus ideas
Los ciudadanos “B” y los “C”, por ejemplo, no podían ser candidatos a nada en las elecciones internas que se realizaron en 1982, todavía bajo dictadura. Eran “B” en los años 70 y 80, por ejemplo, los centenares de ciudadanos que firmaron en 1952 -20 años antes- la declaratoria de apoyo a la democrática revolución de Bolivia. Mi tío Carlos Maggi, otro ejemplo, era “C” porque lo confundieron con Carlos Martínez Moreno que estaba exiliado. Es que los dos eran sospechosamente escritores. Estuvo una semana detenido mientras averiguaban que Maggi era Maggi.
Ahora el Departamento de Maldonado tiene la triste vergüenza de reeditar la práctica autoritaria de clasificar los derechos políticos de los individuos de acuerdo al pensamiento político de los mismos. Portar un pensamiento político adverso al gobierno –o, por lo menos, manifestarlo- determina que ese peligroso ciudadano o ciudadana se vea perjudicado en su trabajo.
Así lo demuestra el accionar del Director del Hospital de San Carlos, el Dr. Waldemar Correa. Ocurre que una funcionaria de su Hospital, enfermera, dada su vocación de servicio, se ha interesado por la actividad política y ha resuelto apoyar a un candidato a diputado respetado por todos los partidos políticos: Eduardo Elinger.
Norma Machado, que así se llama la ciudadana enfermera que trabaja en el Hospital de San Carlos, se distinguió en su militancia colorada y por sus méritos fue designada oradora en un acto político que se realizó hace semanas en la sede partidaria de la candidatura Elinger en la ciudad de San Carlos. En el mencionado acto público, además de Norma Machado y Eduardo Elinger, hizo uso de la palabra el ex Presidente Jorge Batlle. No se trataba de una reunión clandestina contra la ley.
En uso del derecho constitucional de la libre expresión del pensamiento –base de la democracia, como se sabe- la ciudadana Norma Machado opinó que el sistema de salud del Departamento funcionaba muy mal. Pecado mortal.
De inmediato el Director del Hospital de San Carlos, el mencionado Dr. Waldemar Correa, le encajó un sumario por desprestigiar su lugar de trabajo. Es decir, en la estrecha cabeza de Correa la libre expresión de Norma Machado no puede incursionar en temas de salud. Que justamente es lo que ella mejor conoce.
Con esa lógica los maestros y los profesores no podrían hablar de la educación –salvo a favor-, los funcionarios de UTE, ANTEL, los Ministerios, el INAU, las Intendencias, etc., no pueden opinar sobre la labor de los lugares donde trabajan. Salvo, se aclara que sean dirigentes sindicales. Es decir, la estrecha cabeza aludida cree que el derecho sindical es superior al derecho ciudadano.
Es decir hay dos tipos de ciudadanos en la pequeña anatomía mental y moral del Dr. Correa. La de los ciudadanos que trabajan en el ámbito privado y la de los funcionarios públicos. Los primeros pueden opinar de todo. Los segundos solo a favor de la administración en los temas que conocen por su trabajo: les está vedado otra cosa. Obviamente –cacumen corto- el aludido cirujano olvida el artículo 8º de la Constitución: “Todas las personas son iguales ante la ley, no reconociéndose otra distinción entre ellas sino la de los talentos o las virtudes”. Bien haría el mencionado cirujano en meter el bisturí con más respeto. Con las conciencias hay que tener aún más cuidado que con los cuerpos.
Cabe recordar asimismo otro artículo de la Constitución de la República: Artículo 29.- Es enteramente libre en toda materia la comunicación de pensamientos por palabras, escritos privados o publicados en la prensa, o por cualquier otra forma de divulgación, sin necesidad de previa censura; quedando responsable el autor y, en su caso, el impresor o emisor, con arreglo a la ley por los abusos que cometieren.
También cabe recordar el Artículo 23.- Todos los Jueces son responsables ante la ley, de la más pequeña agresión contra los derechos de las personas, así como por separarse del orden de proceder que en ella se establezca.
Correa dispone un sumario y niega haberlo hecho
El mencionado Dr. Correa declaró que no había sumariado a la mencionada funcionaria. Pues faltó a la verdad ante la opinión pública, como hacen necesariamente todos los autoritarios. El martes pasado Norma Machado debió comparecer en ASSE de Montevideo –con su abogado- en el sumario que se le hizo por sus opiniones. La escribana sumariante tenía en su poder la grabación de lo dicho en su discurso por la mencionada ciudadana enfermera. La inquisición era sobre su discurso. A ver si había dicho lo que había dicho: Uruguay de 2014.
Habiendo trascendido el caso en la prensa Departamental, mi conciencia ciudadana –que opera de manera diferente que la atrabiliaria de Correa- se interesó en confirmar los hechos y solicité conocer de primera mano el episodio. A mi solicitud me entrevisté entonces con la señora Machado y con su abogado -a quienes conocí en esa sola oportunidad- los que me mostraron toda la documentación que les demandé, por lo que puedo dar fehaciente prueba de lo que digo.
Opinar para Correa puede ser, pues un delito. Para la Constitución que ampara el derecho irrestricto de los ciudadanos a opinar, ello no es un delito sino lo contrario, un derecho cuando no un deber ciudadano. Es claro: uno puede elegir entre la Constitución o Correa. Yo prefiero operarme con la Constitución. Correa no tiene pulso democrático ni idea de lo que es la libertad. Es como la sangre, Correa, sin ella no se puede vivir. Es sagrada.
Los republicanos sabemos que cuando se le confisca los derechos a un ciudadano en realidad se le están confiscando derechos a todos los ciudadanos. Mis derechos están también formados por los derechos de los demás: si no mis derechos serían raquíticos. Es decir, en la lucha contra la dictadura aprendí que cuando le violan el derecho a un ciudadano hay que parar el mundo. Hay que detener a los energúmenos.
En el Partido Colorado he visto primero asombro por la conducta de Correa y luego indignación. Indignación creciente.
El tema de los derechos de Norma Machado será planteado en la próxima Convención. Sí, cuando se requiera la más mínima colaboración del Partido Colorado, gane quien gane, este tema estará primero. Los derechos de Norma y la destitución de Correa, claro. No puede dirigir un servicio público una persona que creé que su cargo le da derecho confiscatorio sobre las libertades individuales ajenas.
Una persona entonces fascista. Lo puedo decir, al parecer, porque no se puede probar que yo sea enfermera.
La lógica totalitaria
Hemos visto el deterioro permanente de las instituciones en la república. Un día atacaron al Poder Judicial y a la separación de poderes porque disentían con el poder. Lo más grave no fue la asonada (nunca había ocurrido en la república) a la sede de la Suprema Corte sino las presiones que hicieron sobre la Suprema Corte los Ministros y funcionarios que la visitaron.
Otro día explicó el Presidente de la República que lo político está sobre lo jurídico. Al despeñadero pues el imperio de la ley.
Otro día se desconoció al soberano y sus libres pronunciamientos violando los mandatos que repetidos plebiscitos habían determinado. La opinión del soberano es una categoría inferior a la de los iluminados mesías que portan una verdad que no puede sostenerse en la vida de los argumentos.
Otro día el Presidente atentó contra la libertad de expresión pues convocó a su despacho a todos los Presidentes de las empresas públicas y les ordenó no poner publicidad en los medios de comunicación que tuviesen crónica policial y dieran cuenta de casos de inseguridad.
La señora del Presidente otro día explicó que los militares debían ser frentistas.
El actual candidato del Frente Amplio explicó que no debate con gente de la sub 20. El tiempo del desprecio.
Estos días mismos el Presidente viola la Constitución pues hace política activa. Además anuncia que lo seguirá haciendo, pese a que todo el mundo le advierte que viola el artículo 77 de la Carta Magna.
Y lo hace con indignidad republicana. Los que no opinan como él son “almapodridas”. O “rompen las pelotas”. La enumeración del irrespeto institucional sería interminable. Abarca el irrespeto a los mandatos del soberano, a la separación de poderes, al imperio de la ley, al respeto a la Constitución, la libre expresión, etc. Y, todavía, la voz presidencial anuncia que Lacalle Pou “no va a llegar a anciano”. Tomá para vos. ¿Sabe que le va a pasar algo?
Claro, si la cosa viene así desde arriba, después aparecen los Correas.
Ahora, enhorquetados en la limitada cabeza de Correa, vienen por las libertades individuales de los ciudadanos.
Desde nuestro punto de vista el Dr. Correa no es un “almapodrida” ni un “rompedor de pelotas” y ojalá llegue a bien “anciano”. Es un ciudadano equivocado que cree que su verdad tiene más poder que la Constitución y las libertades públicas, estirando alguna norma hasta hacerla claramente inconstitucional.
Eso sí, en ese sentido Correa es peligroso para las libertades públicas. No les pasarán por arriba mientras haya republicanos en la tierra de Artigas.