El avión que se accidentó hace unas semanas en la Laguna del Sauce poco después de su despegue había estado 16 meses en reparación después de haber sufrido un accidente, informó ayer la agencia argentina de noticias Télam.
La aeronave había sufrido un problema de magnitud el 21 de noviembre del 2013 en el aeropuerto bonaerense de San Fernando. En esa ocasión no hubo víctimas fatales, pero el avión quedó desde entonces en un hangar para ser reparado.
De acuerdo a un informe de la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (JIAAC), el aparato tenía entonces daños “de importancia” en los motores, “en razón de haber impactado con ambas hélices contra el piso, con velocidad de aproximación y detención brusca”. Además de las hélices quedaron destrozados ambos flaps, las antenas y el radio altímetro, señaló el mismo informe.
Ese accidente ocurrió cerca de las siete de la tarde, cuando el piloto, un hombre de 57 años, con su licencia en regla y con más de 10.000 horas de vuelo, pisó la pista del aeropuerto de San Fernando con el tren de aterrizaje retraído y se desplazó sobre la parte inferior del fuselaje unos 450 metros aproximadamente, hasta su detención final.
El tercero fue le vencido
Según determinaron los expertos de la JIAAC, en esa oportunidad “el piloto no habría hecho uso adecuado de la lista de control de procedimientos” y “existe la posibilidad de que [hubiera] accionado tardíamente la palanca del tren de aterrizaje”, razón por la cual la aeronave debió aterrizar con el fuselaje.
Los peritos de la junta de investigación no hallaron “fallas o anomalías” en el sistema del tren de aterrizaje que “pudieran explicar un mal funcionamiento”.
Ese accidente llevó al avión de la empresa Droguería Meta S.A. a ingresar en reparación por la rotura de sus dos motores. El arreglo concluyó en marzo de este año, cuando fue sometido a un estudio y se le otorgó nuevamente la autorización para realizar viajes.
El avión Beechcraft B90, matrícula LV-CEO, logró la habilitación para volver a volar a principios de marzo y realizó dos vuelos sin que se registrara ningún problema. El tercer viaje fue el del 19 de marzo a Laguna del Sauce. El avión cayó unos segundos después de haber despegado de regreso hacia Buenos Aires. El accidente costó la vida a diez personas, dos pilotos y ocho tripulantes, casi todos ellos argentinos.
Según trascendió, la justicia fernandina aguarda para los próximos meses el resultado del informe que están realizando los expertos de la Comisión Investigadora de Accidentes e Incidentes Aéreos (Ciaia) de Uruguay sobre la tragedia.
La jueza Adriana Morosini consideró que el peritaje demoraría no menos de tres meses desde ocurrido el accidente, aunque desde un principio se analizaba la hipótesis de la rotura de los motores como posible causa del accidente.
Sin embargo, fuentes de la investigación no descartan que la aeronave haya estado sobrecargada y que por eso se precipitara a tierra.
Según el informe del 2013 de la JIAAC, el Beechcraft B90 tiene capacidad para dos tripulantes y seis pasajeros, y tiene como peso máximo de despegue 4.370 kilos. Pero fuentes de la empresa propietaria dijeron que “la nave viene configurada de fábrica para poder adaptarla con hasta 10 asientos (dos tripulantes y ocho pasajeros). La cantidad de asientos se adecua de acuerdo a las necesidades de cada vuelo dentro de ese rango”, indicaron.
La clave para los investigadores es el peso máximo de carga que tenía el avión al momento del despegue, teniendo en cuenta que la aeronave vacía pesaba 2.695 kilos.
El accidente se produjo cerca de las 20.35 del 19 de marzo pasado. Los pasajeros habían viajado desde Buenos Aires a Punta del Este para supervisar los trabajos que se estaban realizando en el futuro centro de convenciones de El Jagüel.