
Las bellas tortas de cumpleaños suelen llevar una lustrosa frutilla en la cúspide. A los casos siniestros, como el que terminó con la vida del niño Felipe Romero, solo le faltaba una perla negra y deforme para transformarse en un súcubo macabro. Ayer se informó que, de acuerdo al peritaje realizado por los médicos forenses el niño había sido objeto de abuso sexual de parte de su padre postizo y ulterior matador, Fernando Sierra, de 32 años.
Según se recordará, la madre del niño había dicho a Sierra, técnico de baby fútbol del niño, que ya no podría ver a Felipe en razón de lo que había aconsejado su psicóloga. El niño estaba presentando una conducta extraña y seguramente había sospechas de que algo fuera de lo común estaba sucediendo. No obstante, nada en el entorno del hombre hacía suponer que fuera capaz de semejantes procederes.
Apenas recibió el informe forense sobre la autopsia realizada al niño, la magistrada se reunió con el médico responsable, Sergio Mozzo. Luego informó que existían elementos suficientes para establecer que el niño fue víctima de abuso sexual. La autopsia indicó que el niño había ingerido tranquilizantes y que no había señales de lucha en su cuerpo. En el lugar había tres blisters de píldoras tranquilizantes, y a uno de ellos le faltaban 7 pastillas.
Por otra parte, Morosini anunció que citará a declarar a familiares y otras personas cercanas a Felipe Romero. También citará a la psicóloga que lo evaluó, a maestros de la escuela Nº2, a la que concurría el niño, y a gente del club Defensor de baby fútbol, donde se desempeñaba como técnico Fernando Sierra. La jueza dijo este sábado a Telenoche 4 que esperará unos días para citar a la mamá, Alexandra Pérez, a causa del estado emocional que está atravesando la señora, que trabaja como agente policial.
Un hombre bueno
A todo esto, Felipe Romero fue sepultado ayer domingo en horas del mediodía en Maldonado. Una multitud se reunió en el cementerio local para darle la despedida y arrojar ramos de flores sobre el carro fúnebre. En tanto, los comentarios sobre la personalidad del técnico de baby fútbol se caracterizaban por el asombro.
Fernando Adrián Sierra López, oriundo de Maldonado, trabajaba como jardinero en una chacra ubicada al norte de La Barra y vivía en esa zona junto a su familia donde el trágico caso generó extrema sorpresa, especialmente en el barrio El Tesoro donde residían el homicida y su familia. Su padre es un conocido obrero de la construcción del lugar, su madre trabaja como limpiadora. Eduardo Lucero, titular de una de las inmobiliarias más viejas del balneario, dijo a El País: “Lo conozco de toda la vida. Estoy impactado. Es uno de los hijos de Sierrita, como le decimos a su padre. Este muchacho es hijo de una familia de trabajo, metedora. No puedo creer que haya pasado”, agregó Lucero.
Tenía varios hermanos y desde hace varios años actuaba como entrenador de las categorías formativas del Club Defensor. No solo no tenía antecedentes; también era conocido como buena persona y era reconocida su buena disposición hacia los niños.
Sierra no era el técnico de Felipe, pero desde hacía un par de años había intensificado su amistad con el niño y su familia. Acostumbraba organizar comidas en su casa a las que asistían varios niños del equipo. Era común verlo en la escuela N.º 2 yendo a buscar a Felipe. También participaba como adulto responsable en reuniones con las maestras, por lo que era visto en el centro educativo como el referente del niño. Además, tenía permiso firmado por los padres para viajar al exterior del país. Hace cerca de un año, Sierra había llevado a Felipe de vacaciones a Camboriú.
Todo había cambiado en los últimos meses. La mamá percibió un cambio de actitud en Fernando y presumió que algo no andaba correctamente. Luego la conducta del niño también varió, de modo que el pasado miércoles fue visto por una psicóloga. La profesional recomendó a la madre que no permitiera que su hijo estuviera a solas con el hombre.
La debacle
Todo giró fatalmente cuando la mamá explicó a Fernando Sierra que su hijo estaba bajo tratamiento psicológico y que no podían verse a solas por un tiempo. El jueves pasado alquiló un auto por 20 días y decidió pasar por la escuela para recoger a Felipe. Aún era media tarde, pero Sierra era conocido de la docente y no llamó la atención. Luego desapareció. Al cabo de un intenso y ansioso día de búsqueda, el auto fue encontrado en una calle de Villa Serrana, el famoso parque ubicado a varios kilómetros de Minas, en Lavalleja. El sábado de mañana, como se temía, fueron hallados los cuerpos sin vida. Sierra había disparado al niño a la sien. Luego se autoeliminó. En su casa había libros que enseñaban a ser un “buen padre”. Algo no funcionó correctamente. Hay dos familias destrozadas por la tragedia y una inquietud un tanto angustiante en la población.