
La edil colorada María del Rosario Borges realizó el pasado martes un homenaje en la Junta Departamental al Liceo de Piriápolis “José Luis Invernizzi” en sus 60 años de vida. Según dijo, fue a iniciativa de Ignacio Garateguy y de la Dirección del centro de estudios, que estuvo presente en la sala. La edil agradeció además al profesor Gastón Goicoechea Pérez que cedió material relevante. “Nos posibilitó conocer una historia hermosísima, de mucha fuerza de la ciudad de Piriápolis”, dijo la legisladora .
Borges comenzo por referir que, en 1933, tras la muerte de Francisco Piria, la ciudad vivió “un largo duelo” y todo quedó estancado “por los problemas sucesorios” de su familia. No obstante, “poco a poco la población de Piriápolis fue la que tomó las riendas, a fuerza de movimientos populares que buscaron solucionar las necesidades sociales de la comunidad mediante emprendimientos colectivos como el Liceo Popular, la Policlínica de Salud Pública y el Cuartelillo de Bomberos”.
“En 1952 el Dr. Héctor Barrios, médico de profesión, dijo a los niños del club infantil ‘El Chingolo’, acerca de la necesidad del esfuerzo de continuar los estudios en el Liceo de Pan de Azúcar, una célebre frase, que marca la fuerza de todo el movimiento que después se generaría: ‘Por la ignorancia se desciende a la servidumbre, por la educación se asciende a la libertad’. Barrios era un convencido que el movimiento popular lograría la concreción del Liceo. Más de 100 chicos viajaban en aquella época de lunes a sábado al Liceo de Pan de Azúcar y lo hacían con muchos sacrificios. Barrios pensaba primero en un anexo del Liceo de Pan de Azúcar y en segundo lugar en un Liceo de Piriápolis”. A continuación se reproduce el relato de la legisladora tal como fue mencionado en la Junta Departamental.
De cabecera
Héctor Barrios condujo todo ese movimiento popular, persona muy querida en Piriápolis, médico de cabecera de muchas familias, Barrios se transforma en el “conductor conducido”, el líder que se deja conducir y que encarna las necesidades del colectivo.
A fines de 1957, 400 vecinos se reunieron en asamblea en la Escuela Nº 52 para elegir la Comisión Pro- Liceo con la idea de lograr un anexo del liceo de Pan de Azúcar.
Trabajadores de clase media, comerciantes y profesionales preocupados por el porvenir de sus hijos, estaban representados en la Comisión. Y Barrios fue el referente de la misma, aunque no su presidente.
Barrios dio así el puntapié inicial para el movimiento popular más grande de la historia de Piriápolis. La negativa de la dirección del Liceo de Pan de Azúcar para instalar un anexo, provocó que se redoblaran los esfuerzos de Barrios y de la Comisión Popular para fundar el Liceo de Piriápolis.
Llamadas, viajes a Montevideo, el apoyo de la Inspectora de Enseñanza Secundaria Laura de Arce fueron importantes para lograr los permisos, la habilitación y la oficialización posterior del Liceo Popular de Piriápolis.
Una Comisión de Damas recaudó los fondos necesarios para sostener el liceo de la gente. El Director y los profesores, que eran profesionales, maestros y militares, trabajaron honorariamente durante 4 años.
Este Liceo Popular tuvo su primer director elegido por voluntad popular, y no podía ser otro que el Dr. Héctor Barrios, quien recorría las calles de Piriápolis y las familias para que ningún chico quedara sin estudiar, además de realizar desde ya todas las tareas propias de un Director.
Un 17 de marzo de 1958 el Liceo Popular inició sus cursos en el local de la Escuela Nº 52. Comienzos difíciles. El Liceo funcionaba pero aún no contaba con la habilitación. Sólo dos grupos, primero y segundo año. Treinta y tres alumnos, los “33 Orientales” de Barrios. El liceo vivió una etapa heroica. El liceo se solventaba con donaciones y espectáculos a beneficio, entre otros.
Al principio muy pocos libros, usados y pegados con engrudo, mapas viejos, sillas de cardo llevadas desde las cocinas de las distintas casas, se escribía sobre la falda. Se hacían colectas para comprar probetas para Química y juntaban frasquitos de medicamentos para guardar sustancias. Compraban las tizas y la Escuela les donó los borradores, cuenta la ex alumna María Cristina Reyes en el libro “Memorias de Plá”.
El Liceo fue ambulante por 5 años. De la escuela Nº 52, a los pocos días del primer año, se alquiló el salón comedor del Hotel Astoria, en la Avenida Piria. Después por 2 años se alquiló el “Chalé de las Ventanas Verdes” en la Avenida de Mayo. Después funcionó en la Colonia Escolar de Vacaciones y luego volvió a la Escuela Nº 52. En 1962 pasó a un importante chalé, la “casa de los Acosta” en la calle Uruguay.
Los salones del liceo eran compartidos por los hijos del profesional, del hotelero, del comerciante, del obrero y de la empleada de servicio, Liceo popular, motivo de orgullo para los piriapolenses por sus raíces democráticas, una concepción vareliana naturalizada entre los niños y jóvenes de Piriápolis.
Barrios encarnó el espíritu de amor y compromiso que Piriápolis tuvo por su Liceo Popular. La habilitación del Liceo se obtuvo el primer año de funcionamiento y su Oficialización el 02 de marzo de 1962, acontecimiento que motivó una fiesta popular como la llegada del primer Director Oficial, el Dr. Damián Gurri, abogado y Profesor de Derecho. Y Barrios se fue tranquilo de la Dirección, aunque siempre estuvo apoyando al nuevo director, se fue con la satisfacción del deber cumplido y con la seguridad que el Liceo oficializado siempre iba a estar e iba a crecer.
Local alquilado
Gurri consiguió de Secundaria el dinero para alquilar la casa del pintor Gervasio Acosta sobre la calle Uruguay, donde se improvisó un buen liceo. El sueño liceal de la casa propia seguía. En época del Liceo Popular se había hecho gestiones para obtener un terreno propiedad de Catastro a una cuadra del mar próximo al Argentino Hotel; y aunque no estaba escriturado, tenía un cartel donde se anotaban los vecinos que donaban dinero y Pórtland para la construcción y habían planos diseñados honorariamente por la Arqta. Emilia Milka Alperovich.
Gurri hizo las gestiones para que el terreno pasara a Secundaria sabedor que los aportes de la Comisión no eran suficientes y que sin la intervención de Secundaria no se lograría la construcción.
Los obreros fueron pagados por Enseñanza Secundaria. El matrimonio de la Arqta. Alperovich y el artista José Luis “Tola” Invernizzi, referentes sociales de Piriápolis y profesores del Liceo, dirigieron la obra en forma honoraria y en 7 meses quedó pronto el edificio inaugurándose en la primavera de 1963.
En 1966 se construyeron más salones, algunos de ellos destinados a los talleres del avanzado Plan Piloto que trajo Gurri para el liceo.
Gurri convencido que se estaba haciendo una revolución en el liceo, no la de las barricadas ni de los liceos ocupados, sino la revolución educativa, la revolución estudiando, la revolución transformadora que sólo logra la educación. Dijera Gurri: “Adquirir conocimiento y pensar libremente es la mayor transgresión de todas. Es la máxima subversión”.
Se trabajó en la salida laboral de los estudiantes uniendo la teoría con la práctica en los talleres. Y el conocimiento de modo diverso para que cada alumno luego eligiera su camino en la vida. Vinieron épocas difíciles y complicadas para el país y para la democracia. Se sucedieron directores y/o encargados de dirección ejemplares que tuvieron que afrontar situaciones con gran habilidad, coraje y firmeza como la profesora Marta Fresco.
Línea directa
Después le sucedió el Maestro Profesor Omar Delfante, profesor de Historia y con experiencia porque había dirigido por años la Escuela Nº 37 del Pueblo Obrero.
Luego del quiebre institucional, en agosto de 1974, Delfante fue destituido.
En esos tiempos complicados, oscuros y de miedo, estuvo al frente de la Dirección Edda Barbosa, conocida por todos como “Minuna”, uno de los pilares en la fundación del Liceo Popular. Minuna dijo “alguien se tiene que quedar para que el barco siga marchando en la tormenta”. El uniforme llegó al Liceo. Minuna lo defendió como elemento democratizador que iguala a los desiguales.
Después siguieron en la dirección el Profesor Eduardo Laens, quien encontró un liceo demasiado chico para el alumnado que tenía. Y decidió la construcción de una segunda planta: cinco salones y dos baños. Una comisión de ex alumnos conformó otro movimiento popular como hacía tiempo no se veía en Piriápolis, para obtener los fondos para el Liceo Grande, con festivales, etc, y se hizo convenio con el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, con aportes de la Intendencia de Maldonado de la época. Comisión a-partidaria, tenía línea directa con el Intendente Benito Stern a través de Adriana Arrienda y el “Tola” Invernizzi y hasta llegaron al Presidente de la Rpca. Julio Ma. Sanguinetti quien visitó el liceo en dos oportunidades.
Los planos de la planta alta fueron hechos por la Arqta. Emilia Milka Alperovich, con el auxilio de Gustavo Sosa, arquitecto recibido en Alemania, en forma totalmente honoraria. La obra la hizo la empresa de Rolando Rivero, que la hizo muy rápido y adelantó etapas aún sin percibir el importe de las finalizadas.
Otros profesores se sucedieron en la dirección y otros alumnos fueron llegando a sus aulas.
La actualidad
El liceo hoy cuenta con 1.350 alumnos distribuidos en tres turnos. Seguramente hoy este liceo enfrenta otras necesidades a cubrir, pero la esencia de la educación se mantiene incólume, su sentimiento y su espíritu frente a los desafíos del presente, que son otros.-
Este liceo que la población de Piriápolis lo siente como propio, sigue formando generaciones para seguir construyendo la comunidad de Piriápolis.
Para Piriápolis nada es imposible y estamos seguras que todos los desafíos serán superados con creces.
Tal vez la fuerza de sus hombres y mujeres se deba a la distancia con la capital departamental, con el centralismo departamental pero creemos además que se debe a su paisaje. En la tierra de Piria, en ese paisaje sin igual, nutrido por la fuerza del mar y de sus cerros, para Piriápolis nada es imposible.