Un puñadito de colorados enojados (y algún que otro pícaro que se encarga de dar manija en las redes) se empeña en reclamarle a Ernesto Talvi que se pare en el extremo derecho de la cancha.
Quieren que sea más duro, que pegue fuerte y ataque al Frente Amplio con artillería pesada. Que no se guarde nada. Que destape todos los chanchullos que encuentre (y los que no, también). Que no vea con simpatía a nadie que esté del otro lado de la línea imaginaria que separa a los “demócratas” de las “comunistas” (“Hola, ¿Heberrrrrr?…”); allá ellos, acá nosotros: los “buenos”. Que hable de los tanques rusos y de los tupamaros. Que se ponga la gorra y le tienda la mano al caudillo militar “fernándezhuidobrista” del que parecen haberse enamorado y no mire de reojo a los resabios procesistas que sobrevivieron a la última glaciación. Que no pierda el tiempo hablando de liceos modelo, clase media, libertad, modernización, batllismo… Y como no lo hace y exhibe un discurso conciliador y moderado, como es un demócrata que reivindica la vigencia de los partidos constituidos y la institucionalidad republicana, como le dice no a los nostálgicos de las botas y desenmascara a los demagogos, como habla de “educación” en vez de “represión” y de “débiles” en vez de “pichis”, pero sobre todo como analiza las cosas con racionalidad y no en base a una emocionalidad adolescente, lo amenazan con no votarlo, le niegan la condición de colorado y batllista y -en el colmo del ridículo- lo tildan de “zurdo”.
Visto en perspectiva histórica, para un candidato que se reivindica batllista como en su caso, ese calificativo sería un acto de justicia y hasta un elogio de no ser porque para esas cabecitas rudimentarias se asocia a “marxismo”, “comunismo”, “Cuba”, “osos rojos”, “Che Guevara”… ¿Será que esta buena gente se imagina a la Universidad de Chicago como un enclave de maoistas y trotskistas, dedicado a confabular pérfidos planes contra el “mundo libre” desde el mismísimo corazón del Imperio y que CERES es el hermano “fashion” de la Fundación Vivián Trías? ¿Será que se compraron el versito antisemita y xenófobo que algunos miserables instalaron para golpear por debajo del cinturón y en su desaprensiva verborragia tuitera no hacen más que hacerle el juego a quienes dicen detestar? ¿Será que esos “colorados y batllistas” se olvidaron lo que es ser colorado y batllista y se mimetizaron con la caricatura tergiversada y malintencionada que parte del Frente Amplio instaló de nosotros para apropiarse del espacio progresista que antes ocupaba el Batllismo en nuestro país? ¿Será que no se dan cuenta de todo esto o la juegan de quintacolumna? Porque si lo que quieren es sangre (barullo, crispación, denuncias escandalosas, golpes bajos), es mejor que busquen en otro lado. Porque siempre es mejor perder una elección con dignidad que darle el gusto a quienes -al igual que sus pares de la extrema izquierda- piensan que cuanto peor, mejor.
Si Ernesto Talvi despierta suspicacias entre los sectores más conservadores del Coloradismo, que ven en él a un “infiltrado”, y si esos sectores desconfían de su propuesta de un “pequeño país modelo” por ser demasiado progresista y rechazan que quiera trascender la grieta en la que tan cómodos se sienten, no hay duda de que nuestro candidato está haciendo lo correcto, pues por ese camino el Partido Colorado va a sintonizar nuevamente con las grandes mayorías (con las que se ganan elecciones y se obtienen los apoyos necesarios para promover los cambios que el país necesita) y va a volver a ubicarse en el centro de la cancha, del que jamás debió haberse alejado.
* Integrante de Ciudadanos Maldonado – Partido Colorado