
Sobre el proyecto presentado de un edificio gigante para Punta del Este.
Nos falta que Trump haga su casino con lentejuelas. Y no escapo a mi responsabilidad personal en todo esto. Yo, hace rato que perdí derecho de opinar sobre los destinos de Punta del Este. Igualmente espero que si ocurre, hagan los estudios de impacto ambiental y de la estructura de esa mole. El tema no es que sea lindo o feo, el tema es que hay que hacer la pregunta si vale la pena “sacrificar” San Rafael, el barrio, ya. Va a pasar, pero, ¿hay que correr atrás de eso como meta? ¿Cuánto va a permear a la economía? Pero real, no óptimamente. Yo qué sé. Estas cosas deben ser decididas por el conjunto de la ciudadanía. Ir a debate. Entiendo que una consulta popular sería prudente. De esta forma, nadie reclamará, sea cual sea el resultado. Entiendo la alegría de 400 millones, pero es el 20% de lo que entra por turismo al año. ¿Cuánto va a subir el PBI Turístico tras esto? No soy contra, más allá que me guste o no el proyecto. Salvo la torre, el resto me gusta bastante. En una de esas con una torre de 150 metros, andamos bien igual. Capaz la inversión baja a 300 millones, pero veamos el largo plazo. Insisto, no deslindo mis responsabilidades, me gustaría un debate.
Más allá de lo fálico de tratar de ostentar el Obelisco más grande del barrio y de lo poco propio de estos tiempos de post-falo-centrismo; ¿qué pasa si en lugar de tener el segundo pito de Sudamérica, tenemos el 17°, pero armónico y que sea uno con el entorno?.
Creo que tal vez nos perdamos algunos cuantos puestos de trabajo, si en vez de 300 metros tiene 100, tal vendamos menos ladrillos, litros de pintura o clavos y martillos. Igual sería tremenda inversión. Ya tenemos ejemplos “miámicos” en Playa Mansa, Los Dedos y otros puntos. Le pegamos fuerte al mexicano del Torreón porque puso unos mamarrachos seudo artísticos y abrazamos algo fuera de proporción por “uruguasho”. ¿Alguien se preguntó hasta dónde va a llegar la sombra? Vamos a tener el reloj de sol más grande del mundo. Solo, ahí, en la mitad de todo. Ojalá el Pampero no lo cachetee y Santa Rosa lo perdone.
Sin ofender, eh!