
“¡Muito caro!”, exclamaba ayer un veterano turista brasileño. Sentado en uno de los bancos de Gorlero, el recién llegado observaba los precios de una tienda de 6 y 8 dólares por prenda. Su mujer revolvía los estantes buscando algo más barato mientras regateaba precios con las vendedoras. Ambos habían bajado a tierra poco antes de uno de los cruceros que flotaban en la bahía de Maldonado. En la confitería de al lado, otros brasileños se quejaban de los precios de los cortados, de los sándwiches y de todo.
“Están muy molestos. Se quejan de todo. Enciman no gastan un mango”, explicó una de las mozas de la confitería. “Nos dicen: ‘¿nove reais cada dólar?’. No les gusta que su moneda esté tan baja. Menos cuando tienen que pagar en efectivo con reales”, añadió.
El turista en cuestión, quizás por estar embarcado desde hace algunos días en uno de los cruceros que por estas fechas surcan las aguas del Atlántico Sur, no está al tanto de lo que pasó ayer en su país.
La explicación es lógica. El tipo de cambio no solo mide la relación existente entre la moneda de un país con otra o con una canasta de monedas. También permite comparar los precios de los productos y servicios elaborados en cada país.
Cuando la moneda de un estado pierde su valor los habitantes de ese país tendrán que poner más dinero para comprar los mismos bienes y servicios.
En un cambio de Gorlero los brasileños recibían ayer 7.90 pesos por cada real. El 23 de febrero recibieron 8.05 pesos. La diferencia es notoria aun cuando 15 centésimos parece poco dinero.
Lo único concreto es que el real sigue cayendo y esto pegará en el turismo receptivo de Punta del Este. Se suma, a lo que pasa con los vecinos argentinos. A prepararse. El invierno se presenta, al menos, complicado.
En Brasil
En Brasil el dólar tocaba ayer la punta compradora en el techo más alto de los últimos once años. El dólar y las tasas futuras de interés se dispararon empujados por las crecientes preocupaciones por las cuentas públicas tras las nuevas señales de crisis entre el gobierno de Dilma Rousseff y su base aliada, justo el día en que desembarca en el país la calificadora Standard & Poor’s (S&P) para comenzar a evaluar el “rating” soberano.
El dólar subía 2,32% cerca del mediodía, a R$ 2,9947, en su máximo de la jornada, el nivel más alto desde el 18 de agosto de 2004, cuando rozó los R$ 3,013. El billete estadounidense para abril se apreciaba 2,11%, a R$ 3,018, tras alcanzar los R$ 2,9995 como máximo.
Lo que despertó el malhumor fue la devolución que hizo el presidente del Senado, Renan Calheiros, del decreto que revirtió parte de la desgravación de la nómina salarial de las empresas. El mercado teme que la pelea política amenace la implementación de las medidas fiscales propuestas por el equipo económico liderado por el ministro de Economía, Joaquim Levy, colocando en riesgo la nota de crédito soberano de Brasil.
El aumento de la tensión ocurre exactamente el día en que representantes de S&P llegan a Brasil para comenzar a evaluar la nota de crédito del país. Las tres principales agencias de riesgo, incluyendo Moody’s y Fitch, vienen advirtiendo acerca de la necesidad de implementar políticas fiscales más austeras para el mantenimiento del “sello” de buen pagador de Brasil.
Un revés en la propuesta fiscal puede provocar ajustes en las apuestas del mercado con respecto al aprieto en la política monetaria, porque sin una política fiscal más austera el Banco Central puede tener que ampliar el ciclo de suba de la tasa básica de interés (Selic) para contener la inflación. El BC anuncia hoy su decisión sobre la Selic. La expectativa mayoritaria del mercado es que la suba medio punto porcentual, a 12,75%.
Marcianos
En octubre del año pasado, el entonces ministro de finanzas Guido Mantega, ironizó sobre las advertencias lanzadas por analistas acerca de la caída del real si Dilma Rousseff ganaba las elecciones. Esto fue lo que ocurrió. Dilma ganó las elecciones. El dólar también saltó por los aires. “Se alguém tentar fazer isso [apostar na valorização do dólar] vai quebrar a cara. (…). Somos poderosos nessa área”, adelantó Mantega.
En Brasil calcularon que quien compró dólares el día de la ya famosa entrevista ganó 570 reales. Mantega se suma entonces a quienes vaticinaron una y otra vez a las consecuencias de apostar al dólar.