
Victoria Iturria Boldarenko está sentada en el muro de la rambla de circunvalación de la península. A sus espaldas tiene al océano Atlántico con la isla de Lobos casi pintada en el horizonte. El sol le da en la cara y la abriga un poco en la fría tarde del lunes.
Del otro lado de la rambla una poderosa grúa termina la faena de demoler los restos de lo que fue uno de los restaurantes más conocidos de Punta del Este.
Los hermosos ojos de Victoria van más allá de los movimientos del brazo de la máquina que dirige un experto conductor mientras remueve y tira abajo paredes, mampostería y demás infraestructura. Por delante suyo los recuerdos pasan, como en la letra del tango, “en caravana con una estela dulce de emoción”.
Una historia de trabajo y de éxito como también de tragedia marca a Victoria, integrante de una de las más tradicionales familias de Punta del Este.
La demolición se lleva puesto al local que albergó durante 59 años a la legendaria “Taberna y Vivero Mariskonea”, fundada el 23 de diciembre de 1944 por sus abuelos Asencio Iturria y Manuela González.
“Me acuerdo de mi viejo”, responde Victoria en la fría y soleada tarde puntaesteña. Su padre, conocido como “el vasco” José Luis Iturria, fallecido tempranamente, dicen, por el golpe de haber perdido a su hija mayor, Jimena, en un inexplicable y absurdo accidente de tránsito. Los tíos de Victoria, Juanita y Alberto, también fallecieron en otro accidente de tránsito.
“Hace rato cerré el duelo por todo esto”, afirma al recordar el lugar que marcó su vida y la de su familia durante décadas. Victoria junto a sus padres, José Luis y Lizzie, hermanos, Jimena, Gabriela y Luisma, sus primos Mariana, Alejandro y Patricia, y sus tíos, la inolvidable Juanita y su marido Alberto, mantuvieron el legado de don Asencio, un vasco procedente del paraje Mariskonea nombre que no dudó en ponerle a su primer negocio en tierras uruguayas.
Inmigrante
Iturria llegó al Uruguay en el barco “Infanta Isabel de Borbón”, como tantos españoles que buscaron nuevos horizontes para salir adelante. Dos hermanas suyas terminaron en la zona casándose con los integrantes de otra reconocida familia del primer Punta del Este, los Sáder.
La historia de la familia, que se encuentra en el sitio web www.mariskonea.com recuerda que si bien tenía el oficio de mecánico terminó dirigiendo uno de las tabernas más exitosas del sur americano. Don Asencio Iturria trabajó como cocinero del Yacht Club Punta del Este y al poco tiempo resolvió que era hora de fundar su propio emprendimiento.
El joven emprendedor vasco recorrió la costa de la península para encontrar un lugar donde la marea fluctuara de forma regular. Ese lugar fue encontrado en lo que es hoy el predio delimitado por la rambla “José Artigas” y las calles 26 entre 19 y 23.
En la época de su fundación, no existía la rambla de circunvalación de la península, construida a finales de los años setenta por la dictadura militar. Don Asencio aprovechó el afloramiento de basalto existen entre su local y el mar para armar el vivero de almejas y mejillones. Esto transformó a la taberna en un lugar único a la hora de ofrecer a los moluscos bivalvos. Las almejas eran compradas en Rocha y luego purgadas en el vivero del restaurante. La Intendencia de Maldonado habilitó la construcción de un túnel para conectar al vivero con el mar. Por encima pasa la rambla.
Exquisiteces
“¡La brótola a la Manuela!”, responde Victoria cuando se le consulta por los platos más conocidos del restaurante. “También el arroz con mejillones, platos con mariscos de todo tipo, las almejas y hasta el revuelto Gramajo”; recuerda Victoria. Por “Mariskonea” pasaron personajes de todo tipo, desde políticos como el entonces presidente Alberto Fujimori, el director general del FMI Michel Camdessus, pasando por artistas como Omar Sharif, entre otros incluida la flor y nata de la farándula argentina. Mariskonea cerró en el 2003. El local fue demolido ayer.
Gabriela Iturria abrió poco tiempo atrás, un restaurante con el mismo nombre. Sobre el puerto pero a la misma altura donde hasta hace doce años atrás funcionó la taberna fundada por su abuelo.
Okupas
El lugar fue comprado años atrás por la firma Fibamar Sociedad Anónima, propiedad del empresario uruguayo Walter “Coco” Zeinal. La empresa pidió a la administración del entonces intendente Enrique Antía autorización para construir un hotel de lujo de quince pisos. El pedido fue denegado. La misma respuesta fue reiterada por el intendente Óscar de los Santos. En el año 2013, De los Santos firmó una resolución por la cual la firma Fibamar S.A. fue autorizada a demoler el citado local. En esta ocasión el permiso concedido autorizó la demolición de hasta 912 metros cuadrados. El predio tiene una superficie total de 1.650 metros cuadrados.