
Se cumplieron el lunes dos semanas del asesinato del profesor de inglés, Edwar Vaz Fascioli, ultimado a quemarropa por dos sicarios en la puerta de un edificio de la avenida Lavalleja.
Por un lado, la investigación está centrada en dar con el paradero de los asesinos, aún no identificados. Por el otro, en asegurar el proceso legal contra la exesposa del fallecido y el conductor que llevó a los sicarios hasta el lugar del crimen. A su vez, la casa en la que vivía la exesposa, “Lulú”, también conocida por el alias de “Bárbara”, sigue dando que hablar en ambas márgenes del Río de la Plata por las fiestas que allí se realizaban. “Está complicado este tema, el caso fue swingerizado (sic) por la abundante información que se conoció a medida que pasaron los días”, contó un efectivo policial a un periodista de este medio.
Como ya se ha informado la mansión fue construida gracias al dinero aportado por un exjefe de gabinete de Carlos Saúl Menem que permitió la compra del predio y luego la construcción de la propiedad. La conexión sumó después a otro exfuncionario menemista, que estuvo preso por apropiarse de dineros del organismo a su cargo.
Desde Brasil
Pero con el correr del tiempo, apareció un “terrateniente brasileño socio de Donald Trump” que compró la mansión, como dijo la propia “Bárbara”. Según reveló el programa DDM Oficial de Canal 13 de Buenos Aires, su nombre es Ronosalto Pereira Neves, y está casado con Nayla Micherif, ex miss Brasil 1997. El hombre pagó US$ 1.250.000 según los datos aportados por un certificado emitido por el Registro de Traslaciones, al que tuvo acceso el citado programa.
Luego de la compra, tanto “Lulú” como su amiga íntima Leticia quedaron como administradoras del predio. Y la fiesta continuó hasta el 14 de julio pasado. En la mañana de ese día, “Lulú” fue despertada por la Policía. En ese momento quedó detenida. Al día siguiente, el juez de feria Luis Imperial le dictó la prisión preventiva por 90 días.
Un día antes había ocurrido lo propio con el joven que llevó en su automóvil a los dos sicarios. Con el dinero del brasileño, “Lulú” o “Bárbara”, compró en US$ 250.000 un apartamento en el edificio YOO de la avenida Roosevelt. Luego, según el abogado de la familia Vaz, Martín Etcheverry, fue puesto a nombre de Leticia como una venta simulada de US$ 200.000.
“Bárbara” aparece ahora no solo como la autora intelectual del asesinado de su exesposo. También salió a la luz su faceta de organizadora de fiestas en las que el sexo era el común denominador de quienes acudían a éstas, y sus relaciones con al menos dos exjerarcas de la administración del presidente argentino Carlos Menem, empresarios locales y extranjeros afines a la práctica de la modalidad del intercambio de parejas. Si bien “Bárbara” tomó distancia de la muerte de su exesposo, su figura quedó ligada a un extraño manejo de fondos que involucra también a su “compañera de vida”. La mansión “Gypsy Queen” aparece para los investigadores como “muy floja de papeles”, con un origen de fondos difícil de explicar para los tiempos que trascurren.
Buen crédito
“Lulú” llevaba un nivel de vida alto, acorde con la calificación de C1 que le da un banco de plaza al categorizar un riesgo crediticio. Este nivel define a los deudores con capacidad de pago fuerte aun cuando se produzcan cambios importantes en las condiciones macroeconómicas. Sin embargo, esta calificación crediticia choca contra la que le extendió el Banco Hipotecario del Uruguay, que la ubicó en la categoría 2B. Este nivel define a los deudores con capacidad de pago con problemas potenciales.
En una charla que mantuvo con un peridista de este medio antes de ser detenida, “Lulú” dijo que construyó con una amiga la mansión Gypsy Queen. “Él (mi exmarido) nos vivía pidiendo plata. Nos prostituía tanto a mí como a mi amiga. Yo lo conocí cuando era mi profesor de inglés, desde los 14 años vivo con él. Nos amenazó muchísimas veces tanto a mí como a mi amiga. Mi actual pareja fue la que nos salvó”, contó. “Tanto yo como mi amiga nos prostituimos obligadas. Después de nueve años intenté divorciarme pero nunca pude. Él era un tipo muy chiquito pero con ideas nazis y estaba armado. Era proxeneta”, dijo. “Con mi amiga fuimos las que hacíamos las fiestas swinger en Punta del Este. Hacíamos las fiestas mandadas por él, que dirigía todo pero no estaba presente. Él manejaba toda la plata”, aseguró la mujer que hasta ahora aparece como comprometida en la causa.