
La falta de población en el Uruguay tiene repercusiones en todos los niveles de la vida del país, sean económicos, sociales, culturales, etc. La falta de mercado o el reducido tamaño del mismo en cada actividad que se proponga o se desee realizar es un desestimulo a la misma y no tiene aparentemente solución.
Contamos con una superficie terrestre de 176.000 km2 y una población de 3.286.314 habitantes mientras Holanda con 33.800 km2 posee una población de 16.795.000 habitantes, o sea 497 habitantes por km2, Uruguay sólo 18.7 habitantes por km2. Sin embargo, somos el número UNO del mundo en consumo de whisky per cápita, dos en consumo de carne vacuna y veremos en unos años como nos ubicamos con el consumo de marihuana y cocaína.
Somos un país donde la tercera edad es mayoría y los jóvenes que hoy tenemos, algunos se irán y otros pasarán a ser empleados del Estado, jugadores de futbol o narcotraficantes. Los menos serán emprendedores, comerciantes, industriales, empleados de la actividad privada, etc.
Recorrer restoranes, cantinas, bares, pizzerías, espectáculos artísticos luego de las seis de la tarde en invierno es la prueba de la poca oferta a la poca población del país. Quizás en la capital el movimiento sea un poco mayor que en las ciudades y poblados del interior, pero nada espectacular. Muy pocas actividades crecen, mayoritariamente vegetan, y permanecen las inversiones originales como fotografías de otra época. Hay muy poca renovación.
Otoño y primavera suben un poquito y en verano se alcanza en la mayoría de ellas el punto más elevado de actividad. Poco y nada se realizado en las últimas décadas para comenzar a cambiar y modificar esta tendencia vegetativa y deprimente que condena a los uruguayos a un futuro sin casi esperanzas de ser más los que paguen los altos impuestos, de ser más los que produzcan y generen rentas al país y de ser más los ciudadanos que intervengan en las actividades públicas, sea dando su opinión, su hombro solidario, su participación y apoyo.
Otro aspecto destacable del hermoso país que es Holanda y que desde hace muchas décadas ha entendido cuál es su papel en el mundo, son los idiomas. La gran mayoría de los holandeses hablan cuatro o cinco lenguas extranjeras cuando terminan la preparatoria. O sea, a sus dieciocho años, hablan con naturalidad su idioma materno, el alemán, inglés, francés y luego algún otro adicional como el ruso, griego, español, italiano, etc., para comunicarse con el mundo.
Entonces, nos preguntamos, ¿cómo es posible que en el Uruguay no seamos capaces de terminar la preparatoria, al menos, con un excelente nivel idiomático de inglés y portugués?
Inglés porque es el idioma internacional de los negocios y el comodín para hablar con muchas lenguas muy diferentes a la nuestra. Portugués, porque es el idioma de nuestro vecino más importante, la octava economía del mundo con una historia y bagaje cultural enorme que desafía culturalmente en cualquier campo a la cultura grasosa de la porteña ciudad de Buenos Aires y sus enlatados incorporados a la televisión abierta que deleitan a nuestros compatriotas y enriquecen a los dueños de los canales desde hace décadas.
Población e Idiomas son variables que se deben incorporar en el próximo programa de gobierno, y en todos los ámbitos de debate político de cara a las próximas elecciones. Sin población crítica, sin idiomas y con poca cultura seguiremos el camino de países que resaltaremos por algún accidente geográfico o por episodios de violencia no deseados.
Es hora de elaborar programas que contemplen una paulatina mayor población e induzcan a nuestros niños de hoy a ser trilingües al finalizar el bachillerato o equivalente. Así y con otros programas comenzaremos a recorrer el camino del bienestar nacional.