La futura intendente municipal de Maldonado, escribana Susana Hernández, nació el 3 de noviembre de 1963 en el seno de una conocida familia carolina con fuerte arraigo rural integrada por otros cuatro hermanos.
“Siempre viví en San Carlos. Mi padre trabajó en la estimada IMSA hasta que se jubiló. Mis abuelos vivieron en campaña toda la vida. Después mis padres terminaron en el campo plantando cebolla. Ahí pasé los mejores momentos de mi adolescencia. Lo que a mí me alegra o lo que me da satisfacciones personales son las cosas cotidianas del diario vivir. La vida me fue llevando a un compromiso social”, explicó Hernández.
Hace veintiséis años se casó con el médico Daniel Burgueño, con quien tiene tres hijos, uno de 24, una de 23 y la más chica de 19, “todos estudiando en la Universidad pública de Montevideo”.
Hernández empezó a estudiar notariado cuando en la mayoría de los casos la gente culmina o abandona sus estudios terciarios. “Me recibí de escribana hace dieciocho años. Fui a estudiar muy tarde. Cuando empecé los estudios de escribanía ya estaba casada y con hijos pero como siempre tuve esa meta, de recibirme de escribana, puse todo mi empeño”, explicó. Antes de incursionar en el mundo del notariado, la futura intendente ingresó a la Universidad del Trabajo donde cursó estudios de auxiliar contable y de administración de empresas; luego fue funcionaria de la misma UTU. “Es una institución que adoro porque forma a la gente en el trabajo. A mi la UTU me dio todo lo que tengo. Primero estudiando auxiliar contable. Como no me pude ir a Montevideo continué con administración de empresas en la UTU de Maldonado. Pero siempre con la mirada en la carrera de notariado, lo que es hoy mi profesión. Logré trabajar como becaria porque siempre tuve muy buenas notas. En 1980 ingresé como becaria. Ahí empezó la transformación de mi vida porque, como siempre digo, cuesta muchísimo salir del ámbito familiar y del lugar donde uno vive. Todos los años pedía el traslado para Montevideo porque quería empezar mi carrera de escribana. Ese traslado nunca llegaba. En el año 1985, con la democracia, el director de Rocha Cetrullo, que nunca más supe de él, me preguntó por qué todos los años yo pedía el traslado. Le respondía que yo quería estudiar escribanía. No solo Cetrullo me dio el traslado sino que me asignó en Jurídica de la UTU en Montevideo donde todos mis jefes eran escribanos y abogados. Ahí me conseguí aliados, prestadores de libros y un permanente apoyo”, recordó.
Traslado
En 1986 le dieron el traslado a Montevideo lo que le permitió comenzar con su carrera de escribana. “Ahí fue la gran transformación. Comencé mi carrera y conocí a mi marido que había empezado a estudiar la carrera de Medicina. Fue un año de grandes transformaciones tanto en lo personal y en lo profesional”, añadió.
Los primeros tiempos como funcionaria de UTU fueron difíciles por el sueldo magro que perciben los becarios. “Alquilé una dependencia de servicio en la casa de una señora que vivía con mucho bienestar económico, pero con poca compañía. Era un pago bastante magro para la comodidad que tenía. Mi actual marido vivía en una pensión estudiantil. Y yo con la señora que me permitía la visita”, sostuvo.
Con la dueña de casa como arrendadora y una especie de “chaperona”, Hernández siguió adelante con su carrera de notariado al tiempo que su futuro esposo hacía la suya. “Al tiempo nos casamos y alquilamos nuestra primera casa. Fue una vida totalmente diferente. Yo trabaja en la UTU y él en el casino durante el verano. Cuando llegamos a cuarto de Facultad, ya con hijos, durmiendo de doce de la noche a las cuatro de la madrugada porque siempre mantengo la característica de levantarme a las cinco de la madrugada. Además me tenía que levantar temprano para poder ir a estudiar, luego ir a trabajar y atender la familia codo a codo con mi marido, que es mi pareja y es mi amigo. Ha sido un hombre que me apoyó en todo. Él tiene que ver con todo lo bueno que me ha pasado en mi vida. Estando en cuarto año en Facultad mi esposo me planteó que optara por el trabajo o por el estudio. Él entendió que yo debía seguir estudiando que fue lo que ocurrió. Pude terminar mi carrera aunque pasé muchas cosas complicadas. Pasamos por épocas de crisis económica donde muchas veces tuve que salir a vender productos de belleza puerta por puerta, pero siempre teniendo en claro cuales eran los objetivos de mi vida. Los problemas económicos nunca me complicaron, ni me embretaron para poder salir adelante”, narró Hernández.
“Cuando mi esposo se recibió de médico regresamos a San Carlos. Los primeros años de los médicos son muy complejos en el tema laboral. Encima con nuestros dos primeros hijos. El último año de mi carrera lo hice viajando todos los días, embarazada de mi hija más pequeña que hoy tiene 19 años. Mi hijo mayor está en sexto de medicina, mi hija de 23 está en los estudios preparativos para recibirse de psicóloga y mi hija menor está en segundo de derecho. Vamos a ver si resulta escribana o abogada”, afirmó.
La política
En el trascendente año 1985, Susana Hernández era una fervorosa militante de la lista 85 del Partido Colorado. Su esposo, por su parte, de izquierda.
“En 1986 se produjo un hecho que lo vivimos por la radio con mi marido de izquierda y yo con mi idealismo batllista, el que mantengo hasta el día de hoy. Ese hecho fue el desafuero del senador Germán Araújo. Ahí entendí que se estaba sacando a alguien que representaba a las minorías. Para mí se estaba atentando contra la Constitución de la República. Me sentí frustrada y absolutamente decepcionada. Si bien no dejé mis ideas, que las mantengo hasta hoy, dejé de pertenecer al Partido Colorado”, explicó.
Por esas fechas escuchó un discurso que la hizo volver a creer en la política. “Un joven Óscar de los Santos nos hablaba de su visión estratégica y una mirada política muy de largo alcance en cuanto a toda la planificación del territorio. O en cuanto al estudio como lo es la regionalización del estudio, esa mirada más colectiva y de mayor alcance que me hizo admirarlo en el sentido de creer que nosotros tenemos la obligación de dejar algo mejor para las generaciones que vienen”, expresó.
Desde esa época, cuando se produjo el quiebre del Partido Comunista, recuerda la figura de Milton Hernández, Elso Dandreau, Pedro González, Enrique Stagnaro, Pablo Pérez, el propio Óscar de los Santos.
“Siempre fue simpatizante. Nunca fui una líder. Pero en el año 2003 se produjo un hecho que no le encuentro una explicación sociológica”, agrega Hernández. Se refiere a la decisión de la Alianza Progresista de promoverla como candidata a la Junta Local y Autónoma de San Carlos. “Había una cantidad de dirigentes que era y son referentes para mí, se produce la elección interna para cubrir esas candidaturas tanto a la Junta Departamental como a la Junta de San Carlos. Ahí se dio un resultado absolutamente sorprendente. Inclusive para mí porque quedé en el primer lugar de la lista 738 para la Junta Local de San Carlos. Nos sorprendió a todos a tal punto que nunca le pude dar una lectura a ese resultado. Más cuando no soy una persona ni social, ni mediáticamente conocida”, dijo.
Hernández fue la primer mujer en ser electa al frente de la Junta Local de San Carlos. También la última, porque la institución fue suplantada por el actual municipio.
Hernández recuerda con mucho cariño y satisfacción por los años que pasó al frente del colegiado carolino. En el período actual asumió como directora de descentralización de la Intendencia de Maldonado.