Columna de opinión: “Señor, Señora, no sea indiferente se mata a las mujeres en la cara de la gente”, por la Dra Marie Claire Millán

 

La marcha avanzaba por calle Sarandí. Mujeres de todas las edades y muchos varones llegaron en un nuevo 8 de Marzo y ocupaban varias cuadras.
Los carteles proclamaban los derechos de las mujeres: a decidir respecto de su propio cuerpo, a que no nos maten, a una vida libre de violencia, a igual salario por igual trabajo, a poder andar por la calle sin miedo, a la igualdad de la representación política, carteles invocando el fin del patriarcado que sustenta todas las desigualdades.
Los carteles daban voz a las que no tienen voz, a las que no pueden marchar, a las que ni siquiera saben que tienen derechos.
Las voces daban voz a aquellas que han tenido un hijo tras otro porque el marido no las dejaba o no las deja cuidarse (sí, así como lo oye, hoy marzo de 2018, Siglo 21) y no tiene claro que tiene derecho a hacerlo.
Las voces daban voz a aquellas que no pueden trabajar porque los maridos no las dejan, porque él les da todo lo que necesitan y ellas tiene que cuidar de la casa y los niños.
O no pueden trabajar porque no encuentran donde o porque no tienen quien cuide de sus hijos o hijas y no tienen donde o con quien dejarles o tienen más de 40 y se sabe a que a esa edad ya estamos fuera de foco.
Eran voz para decir que si las mujeres paramos, se para el mundo porque sobre ellas recae la mayor parte del trabajo no remunerado y mucho del remunerado. Porque el mundo se sostiene y gira, estoy convencida, sobre los hombros de las mujeres.
Los cánticos eran voz de aquellas que se animaron a irse, a denunciar la violencia, a reclamar por su salario, a pararse enfrente de la familia y los amigos y decir que estaban enamoradas de otra mujer.
Los carteles eran voz de las centenas de chiquilinas que gritaban fuerte “vivas nos queremos!” cuando en dos meses del año ya llevamos 7 mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas y fueron 35 el año pasado porque “se mata a las mujeres en la cara de la gente”.
En la cara de la gente que no hace nada cuando oye los gritos y golpes y llantos en la casa de su vecina; en la cara de la gente que dice, todavía hoy, le gusta que le peguen si no porque se queda?; en la cara de la gente que dice que exageramos cuando decimos una y otra vez que nos matan por ser mujeres; en la cara de la gente que cree que eso le pasa a otras mujeres y no lo ve en su propia familia o en ella misma; en la cara de la gente que dice para que me voy a meter si después de arreglan y yo soy la que quedo mal; en la cara de toda la gente nos matan una y otra vez: 7 veces en dos meses del 2018, 35 veces en el año 2017.
Los pasos firmes y decididos que avanzaban por Sarandí eran los de las miles y miles que en todo el mundo marchaban y reclamaban por los mismos derechos. Y se caen y se levantan una y otra vez.
Los pasos firmes y decididos eran la continuidad de los de miles y miles, millones y millones, que en todo el mundo y desde siempre han reclamado por un mundo mejor, sin discriminación de tipo alguno, donde las mujeres seamos libres e iguales en derechos.
Los pasos firmes y decididos eran camino para las que vendrán después, eran camino en continua construcción.
Una viñeta que circulaba en estos días mostraba a una mujer y su pequeña hija de la mano y el siguiente diálogo: Mamá, que es rendirse? No lo sé hijita, nosotras somos mujeres.-

8M MUJERES EN LUCHA – TODAS JUNTAS – TODAS LIBRES