En una ponencia efectuada el pasado martes en el legislativo comunal, el edil colorado Pablo Gallo acusó a la comuna de no aplicar las normativas vigentes y permitir el funcionamiento de locales ruidosos que perjudican al vecindario. Gallo dijo hacerse eco de una denuncia que había recibido un mes atrás y leyó el texto de una misiva que un vecino de la zona portuaria había elevado a la Dirección de Higiene de la comuna.
“Vamos a exponer una denuncia que nos llegó hace un mes; tengo entendido que una persona recorrió las tres bancadas representadas en este Plenario. Como es un tema delicado –sumamente delicado–, me tomé el tiempo prudencial de un mes y pico para ver si había alguna reacción del lado del partido que gobierna de Maldonado, pero aparentemente los compañeros no lo tomaron con la mesura y la delicadeza que debería tener”, comenzó el edil.
Acto seguido se dedicó a “leer textualmente” la denuncia que le había hecho llegar el interesado antes de “verter algunas opiniones personales referentes al tema”. De acuerdo a denuncia del vecino, la IDM “permite funcionar comercios que carecen de habilitación higiénica lo que interfiere perjudicialmente en la vida diaria de los vecinos del lugar”, leyó el edil.
Según la misiva “la Dirección de Higiene aplica la ordenanza con gran dualidad de criterio, perjudicando a unos y favoreciendo a otros. Los favorecidos en este caso son justamente boliches clandestinos, o sea, los que están fuera de la ley –¡qué cosa, no!–. Por ejemplo, control de higiene sobre habilitación de Bomberos: a muchos comercios en Maldonado se nos obligó a iniciar el trámite nuevo sin importar lo que ya teníamos, con apercibimiento de que si no iniciábamos nos clausuraban el comercio”, agregó la denuncia.
“Omisión de responsabilidad”
La carta del vecino también se refirió a la ordenanza sobre ruidos molestos, que “tiene por objeto regular, prevenir y controlar la emisión de ruidos, vibraciones y sonidos molestos en ciudades y centros poblados del departamento”. Tras leer otras normativas en vigor, Gallo leyó parte de la denuncia según la cual “nadie desconoce lo que sucede en esta zona del puerto” y en especial en un boliche en particular. Allí “el público está en una carpa, viendo y escuchando a músicos en vivo, a través de pesados bafles instalados en la vereda”.
El edil señaló que “la Dirección de Higiene dice que para actuar por ruidos molestos se debe realizar una denuncia” y consideró que esta es “otra omisión de responsabilidad. Si la ordenanza dice que tiene que prevenir y controlar, debe prevenir y controlar. De ser así no tendríamos problemas con los ruidos molestos, simplemente no existirían”, arguyó.
“Cuando se realizan las denuncias por ruidos molestos, momentos antes de llegar los inspectores, los infractores, como si fueran adivinos, disminuyen los ruidos. Se toman los decibeles en casa de los denunciantes con ventanas y persianas cerradas, como diciéndonos: ‘Ustedes deben vivir con las ventanas cerradas, embrómense por vivir al lado de un boliche’. No toman los decibeles en los locales infractores, ¿por qué? Les informan a los infractores sobre la denuncia y les solicitan bajar la música”, afirmó.
El edil también se preguntó “por qué no se han clausurado aún estos boliches. No tienen habilitación para funcionar como tales, lo que deben hacer es cerrarlos, no cabe otra posibilidad”. Por otra parte, indicó que, de acuerdo al Reglamento de Zonificación, “la autorización en la zona es para locales gastronómicos. Se siguen acumulando motivos para que dejen de funcionar de forma inmediata. Basta ya de tanta impunidad y cumplan con su obligación de funcionarios públicos”, agregó.
“Nos bastaron solo dos denuncias por ruidos molestos, realizadas al 4223 33 33, para darnos cuenta de por qué estos boliches, teniendo tantas denuncias públicas, inclusive por la prensa local y nacional, y demandas judiciales, no tenían este año multas por ruidos molestos. Raro, ¿no? Resulta que cuando los inspectores les advierten de las denuncias, les comunican bajar la música. Ellos obedecen, la bajan mientras están los inspectores y luego la vuelven a subir. No se los multa porque no existen. No tienen autorización para funcionar como boliches, sin importar un rábano que no tengan habilitación para tener ningún tipo de música, mucho menos a la calle, ni tampoco lo que los inspectores comprueban cuando van al local: que no están funcionando como restorán; ciegos no son, sordos tampoco… No importa que hagamos miles de denuncias, quién sabe por qué ni por quién están bien protegidos”, afirmó.
Rambla cerrada
Gallo estimó que “es malinterpretada la ordenanza. Ellas existen para la mejor convivencia de los habitantes de las ciudades, los ciudadanos comunes que trabajamos dignamente, pagamos nuestros impuestos y respetamos las leyes. Según como aplican la ordenanza, debemos vivir encerrados”.
“Los que evaden impuestos tienen multas por no pago de troquelado de entradas. Debe ser el único restorán en el mundo que cobra entrada, qué extraño, ¿o giran como boliche, que es realmente lo que son?. Es más, la Intendencia premia sus actividades cerrando 100 metros de la rambla José Artigas, nada más ni nada menos, que para el mejor desarrollo de estos boliches clandestinos. Seguro no se tuvo en cuenta la salida directa de los móviles policiales de 10ª de Punta del Este ni la llegada de Bomberos en caso de siniestros ni ambulancias en caso de accidente. No debe tener ninguna importancia, supongo. Seguro no se pensó en prevención cuando se trata de vidas humanas, solo favorecer, sin importar otra cosa, a estos boliches clandestinos”, afirmó.
“No creo que estos boliches tengan habilitación de Bomberos, pues el público está ubicado en una carpa de nylon; salvo que esté muy mal todo el Estado, el sentido común nos lleva a pensar que Bomberos nunca la habilitaría. En toda la cuadra todos los elementos usados por estos boliches son altamente inflamables. Es más, hace unos años se incendió en ese lugar uno de estos locales –el mismo tenía techo de quincho, había también palmeras–, unas cañitas voladoras cayeron sobre los techos”, señaló.
Gallo leyó luego otros puntos de la carta firmada por el vecino Rodolfo González Chiribao, que pidió a las autoridades comunales la clausura del local en cuestión. A juicio del denunciante, la comuna se expone a “un juicio muy oneroso para las arcas municipales o si sucediere una desgracia en las inmediaciones del puerto, ya que se genera un cuello de botella por donde no se puede circular. Sinceramente creo que por acción u omisión le cabe a toda la clase política de Maldonado la misma responsabilidad”, concluyó la carta.
Destinos
Cuando el edil Gallo concluyó su exposición, la titular del legislativo le informó que “el tema está a estudio de la Comisión de Legislación; se formó un expediente y los compañeros de las tres bancadas lo están estudiando en dicha comisión”. “Como yo no la integro no tengo conocimiento de eso”, replicó el edil.
Otros legisladores pidieron que el tema fuera comunicado al Alcalde de Punta del Este, al Comisario de la 10ª, al Jefe de Policía, al Prefecto del Puerto de Punta del Este, a Hidrografía, a la Dirección de Higiene y a la prensa en general. 28 de los 30 ediles presentes aprobaron estos destinos.