
En una entrevista exclusiva, el reconocido humorista y actor uruguayo, habla acerca de la obra, rememora sus inicios e influencias y comparte su visión sobre el humor en la sociedad actual.
Músico, guionista, actor y humorista, Sebastián Almada es un multifacético. Con una carrera que abarca décadas de risas y diversión, ha logrado robarse los corazones del público y volverse un referente en el arte de hacer reír. Desde sus primeros pasos en la televisión uruguaya, pasando por su icónica etapa en Videomatch, hasta su reciente incursión en el cine y las series, Almada ha demostrado ser un talento versátil que abarca distintos medios artísticos.
En esta entrevista, habla sobre Tertawa, la exitosa obra con la que está de gira junto a sus amigos, Pachu Peña y José María Listorti. “Pasamos por momentos en los que rememoramos Videomatch hasta meternos con un sketch sobre la inteligencia artificial”, adelanta. También comparte sus referentes, cuenta sobre el proceso creativo de la serie que escribió y su visión del humor en la sociedad actual.
-¿Cómo podrías definir qué es actuar para vos en tres palabras?
–Si tengo que pensar en tres palabras para definir lo que es actuar para mí serían: MI – VIDA – ENTERA.
-¿Cómo fue tu primer contacto con la risa?
-Sin duda desde muy chiquito, viendo a mi padre. Si bien había otros humoristas que me gustaban, es imprescindible ese recuerdo porque lo tenía en mi casa. Para mi él era uno de los mejores humoristas de la historia. Y junto con sus compañeros fueron los primeros que me hicieron reír. Así que el contacto con la risa fue a través de mi viejo.
-Sos multifacético, ¿cómo fue tu construcción como artista?
-Yo me formé como músico toda la vida. Nunca pensé, por más que vivía en un hogar con un humorista, que iba a ser humorista. Desde que empecé. en el año 95 en Juego de Colores, en Canal 4, que era un programa para niños donde yo co-conducía, ya ahí hacía humor. Fue ahí, en la tele, lo primero que hice. Después me llamó Omar Gutiérrez y después ya me fui a Videomatch. Nunca me fui construyendo como tal, sino como músico. Me formé como músico toda la vida. Lo otro vino por herencia, por genética y por saber observar y por tener algo dentro que, bueno, no sabía que lo tenía hasta que empecé a actuar.
-Tertawa, la comedia con la que estás de gira, es un éxito impresionante… ¿Qué nos podés contar de eso? ¿Con qué se van a encontrar los espectadores que vayan a ver la obra?
-Tertawa es un show humorístico-musical hecho por tres amigos. Es un show escrito en pandemia para divertir a la gente a través de un streaming, que fue mutando hasta llevarlo al teatro. Del primer Tertawa a este quedan cinco minutos, diez. Lo demás es todo nuevo. No quiero contar mucho pero se van a encontrar con el espíritu del viejo Videomatch, con algunas cosas, reminiscencias que los van a hacer acordar y otras muy modernas. Pasamos por momentos en los que rememoramos Videomatch hasta meternos con un sketch sobre la inteligencia artificial.
-¿Qué significa para vos trabajar con José María Listorti y Pachu Peña que además de ser tremendo artistas, son tus amigos? ¿Qué admiras de ellos?
-Al tener una amistad de por medio, no es un trío de tres tipos que se juntaron ayer, o que llamó un director y se conocen superficialmente. Nosotros nos conocemos mucho, sabemos nuestras historias, nuestras pérdidas, fracasos, nuestros éxitos. Lo que más admiro es la amistad que nos une, lo bien que nos llevamos, lo poco egoísta y egocéntricos que somos a la hora de subir al escenario. Admiro esa cosa de: “este chiste te queda mejor a vos”, “¿por qué no decís esto?”,“¿por qué no hacés lo otro?”.Pensamos mucho en el otro. Yo, en este aspecto, admiro al ser humano que hay en los dos. El don de gente que tienen ambos.
-En una entrevista hace poco decías: “a los humoristas nos toca deconstruirnos”…
-Sí, nos toca deconstruirnos, como a cualquier ser humano. Lo que pasa es que al humorista se lo mira más con lupa. Nos tienen como observados. Estamos ahí en el candelero. Por otro lado, hoy hay herramientas para hacer reír totalmente diferentes a las que había en los 80, en los 90. ¡Gracias a Dios! Si hay algo que odio, por ejemplo, es el bullying infantil. Desde que soy chico que estoy deconstruído con respecto a eso. Cuando algún amigo o compañero de clase le hacía bullying al gordo o al petiso, a mí me sacaba de quicio.
-¿El humor termina siendo un reflejo de la sociedad?
-Uno fue haciendo humor como fue criado, no por su familia, sino por la sociedad. Somos un producto de eso y vamos creciendo con determinados cánones. Algo que observo es que hoy en día tenemos esa cosa de “saber lo que está bien y lo que está mal”. No dudo que haya que deconstruirse, pero no veo que se mire todos los rubros con la misma lupa. Por ejemplo: hay que deconstruirse en el humor, pero hay una película que arranca matando a 50 personas, robando, traficando y nadie dice nada. ¿Y la violencia?¿Qué hacemos con la violencia? Ahí nadie exige deconstrucción, ahí pareciera que está todo bien…Pero con el humor es distinto, hay que ser totalmente correcto. Quizás ahí es donde no me cierra mucho el asunto. Pero bueno, también nos tenemos que deconstruir en ese aspecto.
-Filmaste el “El mensaje en la botella” con Luisana Lopilato y Benjamín Vicuña, “El Gerente” con Leonardo Sbaraglia, participaste de la serie Carlos Saúl Menem para Amazon, y también de la segunda temporada de Porno y helado con Martín Piroyansky. ¿Qué fue lo que más te gustó de estas experiencias audiovisuales?
-Hace dos años que estoy experimentando el universo del cine y las series, y me encanta. Es parecido a la tele, pero no es lo mismo. La serie es un híbrido entre una película y un programa de televisión. Es raro, pero está buenísimo. Es un lenguaje diferente. Y el cine es totalmente diferente a la tele o al teatro. Fue una experiencia increíble y estoy aprendiendo y sigo creciendo en esto de actuar y entender si estoy actuando en tele, en teatro o en cine. Es como hablar el mismo idioma pero distinto dialecto: está buenísimo.
-También tenés una serie propia en camino… ¿Qué podés contar de ese proceso creativo?
-Yo escribo hace muchísimos años, entré a Videomatch como guionista y después empecé a actuar. Pero la serie es como un hijo realmente…. Ya la terminé de escribir. Me llevó muchos años porque empecé con una idea base y fue mutando. Son ocho capítulos. Es una comedia con mucha emoción. Es una historia muy cotidiana, nada de ciencia ficción, ni mucho menos. Una historia que le puede pasar a cualquiera y está cargada de muchísimo humor. Habla un poco de las relaciones humanas, de un tipo que perdió la madre hace mucho, que su padre está en un asilo anciano, y que vive para eso. La trama es realmente muy divertida. Ahora estamos en la etapa de ver cómo la hacemos. Además, sigo pensando en detalles.A veces digo, “Capítulo 4 hay que agregarle esto”, “No voy a cerrar el capítulo 7 así, lo voy a cerrar de otra manera”. Yo pienso en TODO. Acá tiene que ir tal música. Che, ¿se podrá pedir permiso para este tema? Porque es fundamental que esta canción se escuche al final de este capítulo. Y así…
-¿Cuáles fueron o son tus referentes, tus influencias o inspiraciones?
-Bueno, claramente tengo a mi viejo, Enrique Almada, Ricardo Espalter y Eduardo D’Angelo. Ese trío a mí me volvía loco. Del equipo de mi viejo, rescato a Andrés Redondo y a Berugo Carámbula. Ese quinteto, digamos, me marcó muchísimo a mí. Y Chespirito, todo lo que hizo, Roberto Gómez Bolaños, lo admiré siempre como guionista en El Chapulín Colorado, en El Chavo del Ocho, en todos sus personajes, el doctor Chapatín, el Chompirás, todos sus personajes me parecían increíbles. Los guiones me parecían naif y tremendamente… brillantes. Y después, humoristas de afuera, siempre me gustó mucho Pepe Biondi, lo veía de chico y me fascinaba. Me gustaron muchos más también, pero esos son los que dije, guau, qué lindo hacer esto y vivir de esto.
-Cada artista mira el mundo con anteojos diferentes. Un pintor ve formas y colores, un poeta ve metáforas, ¿cómo sentís que mira el mundo un humorista?
-Hay humoristas que lo toman el humor simplemente como un trabajo, como ir a la oficina o a un banco. En mi caso creo que soy humorista las 24 horas, porque no es que se apaga la cámara o me bajo de un escenario, termino de trabajar y me pongo en modo caracúlico.Soy un tipo que está todo el tiempo con el humor en la cabeza. En mi casa con mis hijos, con mi mujer, con mis amigos, nos reímos mucho. Es una gran terapia reírse. El leitmotiv de nuestras reuniones familiares es la risa, vemos la vida así, con mucho humor, y yo me siento feliz por eso.
-Es un clásico tu “Gracias Marcelo” infinito, me gustaría cerrar esta entrevista preguntándote ¿qué te agradecerías a vos mismo en todos estos años de carrera?
-Agradecerme a mí mismo me resulta como raro, pero si tengo que rescatar algo es tener 50 años y cuidarme para que me puedan disfrutar mis hijos, mi mujer que siempre está al lado mío y con la que tenemos una familia muy linda. Con que me agradezcan los demás su amistad y ser un buen compañero, un buen padre, un buen marido, ya estoy.
JULIETA TROIELLI – @azarero