“La intervención en el espacio público, la gestión del patrimonio y la tan esperada puesta en valor del Paseo de las Américas”, por Florencia Sáder

 

La inminente restauración y puesta en valor del Paseo de las Américas, por el cual vienen bregando vecinos, visitantes, amantes del arte, integrantes de gobiernos municipales y público en general será una realidad en los meses próximos. Un grupo integrado por gestores culturales, restauradores, arquitectos y concejales del Municipio de Punta del Este comenzó a reunirse para planificar los próximos pasos a dar.
Este grupo de esculturas, producto del “Primer Encuentro Internacional de Escultura Moderna al Aire Libre de Punta del Este”, celebrado en 1982 ha sufrido no sólo los embates de los vientos atlánticos, sino la incomprensión y el olvido de sucesivos gobiernos departamentales.
La entrada a Punta del Este se vio modificada hace treinta y cinco años con la colocación de esculturas por los artistas Francisco Matto, Jacques Bedel, Hermann Guggiari, Nélson Ramos, Ennio Iommi, Edgar Negret, Gyula Kosice, Waltercio Caldas y Mario Irarrazábal. Una de estas esculturas, “La Mano” del chileno Irarrazábal, uno de los artistas más jóvenes y menos conocidos en el momento, se convirtió en el ícono de Punta del Este. Este conjunto escultórico, pocas veces percibido como tal sufrió pérdidas y poco felices incorporaciones de obras que no forman parte del conjunto original.
Una de las pérdidas es justamente la obra “Formato Ciego” del artista brasileño Waltercio Caldas, quien recientemente visitó Punta del Este invitado por la feria de galerías Este Arte. Este artista se encontraba representado por más de una galería y fue especialmente convocado para participar de la charla “Parque de Esculturas: Pasado, presente y futuro” charla de la cual también participaron Ángel Kalenberg, Pablo Atchugarry el coleccionista argentino Jorge Abboud.
La escultura de Caldas ya no existe, el paso del tiempo, la exposición a los elementos, el material con el que fue creada y la falta de mantenimiento, resultaron en que esta obra sea hoy solamente un recuerdo. Un recuerdo muy vívido en la memoria del artista, ya que fue la primera que creó para un espacio público. Un espacio público muy diferente al que hoy tenemos, tres décadas y media después, en un Punta del Este que fue transformándose en una ciudad con actividad todo el año, con las ventajas y los desafíos que este cambio representa.
“Para empezar hay un aspecto meridiano que condiciona las actuaciones de Waltercio Caldas en dichos espacios abiertos: la conciencia de que sus esculturas al aire libre no son tales. No son objeto que puedan ser ubicados indistintamente en cualquier parte, puesto que sus obras nacen vinculadas desde el principio con la especial configuración de cada espacio. No se trata de piezas intercambiables, sino de actuaciones ligadas en profundidad a la idiosincrasia del lugar; nacen para un territorio concreto, en estrecho diálogo con él, e incluso podemos atrevernos a decir que la propia obra ayuda a definir dicho espacio, a crearlo, a fundarlo” extracto de un ensayo por Manuel Olveira del libro publicado en 2010 por la Xunta de Galicia “As esculturas ao aire libre de Waltercio Caldas.”
Es por eso por lo que creo que la lúcida sencillez con la que Waltercio Caldas habla acerca de las obras “site specific”, o sea obras creadas específicamente para un lugar determinado, es algo que tenemos que tener muy presente “La escultura urbana es una presencia que cambia el sitio donde está emplazado” dice Caldas.
La intervención en este espacio plantea varios desafíos, ya que ni el espacio, ni Punta del Este, ni las obras son ya los mismos.
El espacio debe ser tomado como un todo, del grupo de artistas original sobreviven tres de ellos. Dos de ellos han visitado recientemente Punta del Este, el argentino Jacques Bedel vino el año pasado con motivo de una exposición suya en la Galería del Paseo en Manantiales, y Waltercio Caldas quien acaba de visitarnos. Creo que tenemos una oportunidad única de repensar este espacio como un todo y convertirlo de una vez por todas en el paseo que una vez quiso ser.